La duda

La casa está llena de heladeras. La niña se asoma por uno de los freezers. A la mujer se le  agita el corazón, gritos por todos lados. La mujer corre, cada vez más agitada, la niña vuelve a  asomarse por uno de los freezers. 

Mujer (con la voz helada): Te parecés tanto a tu papá. No te cortes las piernas. 

La niña ahora en el patio. Sus piernas se alargan y se alargan como elásticos, haciéndola cada  vez más alta hasta perderse, gigante, mira todo desde arriba. Las piernas vuelven a encogerse,  ahora mira desde abajo. Entre dos pares de brazos la lanzan al cielo, tan alto que se pierde de  vista. No desciende más. Solo se sucede una lluvia de dientes.  

II 

Hay una fiesta. Muchos invitados bailando, tomando, riendo. Música, color, bebidas, luces.  Todos para un lado, todos para el otro. Empiezan a llegar más invitados, más y más, primero  son veinte, luego cuarenta, cincuenta, sesenta. Ahora son cientos, tal vez, todos apretados,  se hace difícil caminar. Los vidrios se empañan, los sudores se mezclan, se pisan entre ellos  porque no hay lugar. El piso embarrado, cada vez más lleno de barro. Los invitados comienzan  a hundirse en el barro. La masa de cuerpos comienza a bajar y bajar, a desaparecer. Gritos,  muchos gritos mezclados con música. Lo único que queda sin hundir es una alfombra de  manitos sosteniendo sus copas. Chin chin. 

III 

Todo oscuro. La lengua gigante sentada en la silla. Atada, inmóvil, grita sin ruido. Llora, llora por  sus poros. Está viéndolo todo. No quiere ver, pero ve. Un chorro de manguera impacta contra  ella. Tose, se retuerce, se ahoga. 

IV 

La niña tose y se levanta. Juega en el medio de la habitación. El abuelo, un saco viejo y rotoso  sentado en la silla. La niña salta, canta, mira por la ventana hacia afuera y se cuelga de las  rejas. Cada vez que se separa de la ventana pierde plumas. El abuelo sigue sentado, tal vez  esté cansado. La niña sigue jugando, girando, actuando. El silencio se cierne sobre ellos. Él la  mira, ella lo mira. El abuelo abre sus brazos, en una invitación al abrazo, quizás. Pero la niña no  se mueve, siguen mirándose fijo. Con un brazo hace un gesto para que la niña se acerque, pero  ésta sigue inmóvil. Se escucha el goteo de una canilla. Gluc, gluc, gluc.  

Sólo eso se escucha. 

La niña está volando. Y ahora nadando. Va del aire al agua, y del agua al aire. Le faltan muchas  plumas.

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